Son uno mismo. El Estadio Azteca y su equipo, la Selección Nacional de México, son uno solo cuando la pelota rueda y más aún cuando todos miran hacia el mismo objetivo. Porque en esta mitad del año, los retos son tan trascendentales como el apoyo de la afición: calificar a la Copa del Mundo Rusia 2018 y tener una participación destacada en la prestigiada Copa Confederaciones.
La noche de este jueves, Honduras fue un rival digno y fiel a sus principios: aguerridos, intensos y ordenados. Pero hoy también vimos a México jugar con más de 11 porque nuestra gente, siempre incondicional, llegó al templo del fútbol nacional para aplaudir esfuerzos, exclamar en los lujos individuales, presionar con respeto al rival, ponerse de pie en una buena combinación, hacer de la ola una marea que empujara al equipo y, por supuesto, gritar goles con toda la garganta.
El equipo de Juan Carlos Osorio no sale solo al campo, lo acompañan millones de aficionados llenos de fe.
Y la fe es sustentada porque sobre el terreno de juego vimos a un equipo que se apoderó de la pelota con elegancia y dinámica. Jonathan Dos Santos como director de orquesta y Héctor Herrera como su satélite. A partir de ellos el Tricolor tomó el pincel y sobre el lienzo comenzó a dibujar un camino brillante con dirección a Rusia.
Los artistas de la obra fueron varios y de calidad indiscutida, Vela con sus chispazos tan auténticos, Corona con su vértigo, Gio con su imaginación, Jiménez con ese instinto de goleador e Hirving con su descaro. Los dos Reyes, Alanís, Salcedo y Ochoa, juegan con concentración y precisión absoluta, son el respaldo de los generadores. La afición los aplaudió de pie y les rindió cuantos honores pudo.
Los golazos iluminaron la noche mexicana: el de Oswaldo un cabezazo de gran técnica, y lo de “Chucky” y Jiménez, puro talento. Actuación redonda para el equipo de todos.
Fue una noche dulce de eliminatoria y buen fútbol. Hoy otra vez el “cielito” fue lindo. Hoy otra vez el Azteca, el gigante, dio un paso firme. Hoy nos volvió a conmover la pasión con la que cantamos nuestro Himno. Hoy nos fuimos orgullosos de nuestra segunda casa. Hoy nos fuimos prometiendo volver el domingo. Hoy dormimos soñando en Rusia. Hoy el estadio y nuestra Selección fueron, como ayer, como ahora, como siempre, uno mismo.
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